En el principio de los principios sólo existía el UNO, energía total y que lo comprendía todo. Luego se dividió a sí mismo en dos, dando origen a la energía positiva y negativa, el YIN y el YANG, y con esta división se dio comienzo a la creación de todas las cosas, esta energía creó las estrellas las que al explotar y dividirse crearon los planetas, y en cada planeta la división continuó hasta que a partir del primer átomo de hidrógeno comenzó a palpitar la vida primero en las aguas, luego en la tierra, hasta el nacimiento del primer hombre.
Esta energía que procede de Dios, Hacedor Cósmico, o como se lo quiera llamar, que es la misma que se dividió a sí misma y dio origen al Universo, es la misma que habita en cada una de sus creaciones, esta energía es la que recibe el nombre de KI, que tal vez no se pueda ver o explicar cabalmente qué es, pero que indudablemente existe. Este Ki o energía, debe diferenciarse totalmente, es decir que es algo totalmente distinto a lo que comúnmente se llama energía – luz eléctrica, fuerza corporal o vitalidad, etc.- ya que la naturaleza del Ki es la que dio origen a todo lo demás incluso a lo que vulgarmente se llama energía. El Ki es inmanente en todas las cosas, y por ello nos conecta con todas las cosas, fluye libremente y todo lo toca.
Cuando consciente o inconscientemente se desvía su fluir se causa daño mientras que cuando logramos que fluya libremente es causal de alegría, salud, bienestar y de amor hacia todas las cosas. Sería necesario en este punto volver al anexo de la Canción de las Trece Influencias (Sip Sam Seh, Base y Fundamento del SOO BAHK DO MOO DUK KWAN).